Época: Vid.Cot.Rv.Francesa
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
Vida cotidiana en la Revolución Francesa

(C) Federico Lara Peinado y Joaquín Córdoba Zoilo



Comentario

El régimen revolucionario francés se enfrentó a la Iglesia en su proceso de transformación de las vidas y mentalidades. La Iglesia católica jugaba un papel esencial no sólo en los aspectos espirituales, sino también en la política y la economía francesas. La Revolución francesa pretende acabar con las viejas formas de dominación y, conseguida la abolición de los regímenes señoriales y limitado, cuando no suprimido, el poder de los nobles, el siguiente paso le enfrentará directamente con la Iglesia católica, poseedora de un amplio margen de poder sobre bienes, haciendas y almas.La necesidad por parte de los sucesivos gobiernos revolucionarios de establecer medidas para asentar la Revolución le llevará a implementar mecanismos de control, muchos de los cuales afectarán de lleno a aspectos y ámbitos privados de la vida de los individuos. Las creencias, devociones, liturgias, etc., campo monopolizado por la religión católica, serán terreno de lucha entre dos concepciones distintas acerca del mundo y el hombre. Racionalismo y catolicismo se enfrentarán por desterrar al enemigo de las conciencias, por imponer símbolos y lenguajes, por imponer modos de pensamiento.Si en un principio los revolucionarios se atuvieron al principio liberal de respeto hacia las creencias, pronto vieron que el Antiguo Régimen que intentaban destruir tenía un poderoso aliado en la Iglesia. Así, surgieron iniciativas legales encaminadas a limitar el poder eclesiástico, como la elaboración de una Constitución civil del clero y la confiscación de las tierras de la Iglesia. Obispos y otros cargos clericales pasaron a homologarse casi a funcionarios, siendo designados tras prestar un juramento de lealtad a la nación. Pero la lucha no fue sólo en el terreno de los bienes materiales. La creencia, instalada en el ámbito más privado del individuo, debía ser desterrada para dejar sitio a modelos de pensamiento racionales, capaces de hacer al individuo más libre, justo y feliz.Sin embargo, la misión del Estado se antojaba plagada de dificultades. Fuertemente arraigados, devociones y creencias salieron fortalecidas en muchas ocasiones de su enfrentamiento con la ideología estatal. La intromisión del estado en terreno tan espinoso fue respondida, como en otras ocasiones, con la revitalización de viejos cultos o la aparición de otros nuevos. Mostrando gran capacidad de respuesta y reflejos, la Iglesia y sus feligreses observaron la aparición de mártires de la fe y reforzaron las celebraciones litúrgicas, que pasaron a tener a partir de ahora un significado de resistencia política. Perseguidos, los creyentes habían de celebrar en el interior de las casas los actos religiosos, lo que ocasionó una privatización de la religiosidad.Tras la revolución, el régimen napoleónico aflojó las riendas con que estaba sujeta la Iglesia católica, si bien mediante el Concordato de 1801 obtuvo el reconocimiento del derecho estatal a decidir en cuestiones religiosas.